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Y allá el mar á lo lejos, y allí el monte.
No cabe en lengua humana
Lo que entonces sentía.

¡Qué suaves pensamientos,
Qué esperanzas, qué coros, Silvia mía!
¡Cómo entonces surgía
La existencia y el hado!
Ante el recuerdo de ilusión tan grande,
Un afecto me oprime
Hondo, desconsolado,
Y tórname á doler mi desventura.
¡Oh natura, oh natura!
¿Por qué no cumples luego
Lo que entonces prometes, y á tus hijos
Víctimas haces de tan grande juego?

Tú antes que el hielo marchitara el prado,
Por implacable enfermedad vencida
Caíste, virgen tierna. Y de tu vida
Las flores contemplar no te fué dado.
No acariciaron tu alma los loores,
Ya de los negros rizos,
Ya del mirar modesto, enamorado,
Ni otras contigo en los festivos días
Razonaban de amores.

Poco después moría
Mi esperanza también: también negaron
A mi existir los hados
La juventud. ¡Ay! cómo,
Cómo huiste por siempre, oh dulce amiga
De mi edad nueva, mi llorado encanto!
¿Es este el mundo aquel? ¿Estos los goces,