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—Yo soy mortal, le dijo Scrooge, y podria muy bien caerme.

—Permitidme tan sólo que os toque ahi con la mano, repuso el espíritu poniéndosela á Scrooge sobre el corazon, y adquirireis fuerzas para resistir muchas pruebas.

Y al pronunciar estas palabras atravesaron por las paredes y salieron á una carretera situada habia desaparecido completamente: no se notaba ni la menor señal de ella.

La oscuridad y la niebla habian desaparecido tambien, porque era un dia de invierno, claro y espléndido, aunque la tierra estaba cubierta de nieve.

—Dios mio! exclamó Scrooge con las manos unidas, mientras que paseaba sus miradas en torno de sí, aquí fuí educado, aquí pasé mi infancia.

El espíritu le miró con bondad. Su dulce tocamiento, aunque duró poco, habia removido la sensibilidad del viejo. Los perfumes que aromaban el aire le producian el despertamiento de miles de alegrías, de ideas y de esperanzas, largo tiempo olvidadas; ¡muy largo tiempo!

—Vuestros labios tiemblan, insinuó el espíritu. ¿Qué teneis en la cara?

—Nada, contestó Scrooge con voz singularmente conmovida; no es el miedo lo que ahueca las mejillas; no es nada; es un