en unas ocaciones aparecia la figura iluminada por unos lados y en otras por otros, de lo que resultaban aspectos diferentes de ella. Unas veces aparecia un solo brazo con una sola pierna, ó bien veinte piernas, ó bien dos piernas sin cabeza, ó bien veinte una cabeza sin cuerpo; los miembros, que se confundían en la sombra, no dejaban ver ni un solo perfil en la oscuridad que los circuía al desvanecerse la luz. Despues, por una maravilla particular, tornaban á su pristino ser clara y visiblemente.
—¿Sois, preguntó Scrooge el espíritu cuya venida se me ha anunciado?
—Lo soy.
La voz era dulcísima, agradable, pero singularmente baja, como si en vez de hallarse allí se encontrara á muy larga distancia.
—¿Quién sois?
—Soy el espíritu de la Noche Buena pasada.
—¿Pasada hace mucho tiempo?
—No: vuestra última Noche Buena.
Acaso Scrooge no habría podido decir por qué, si se le hubiera preguntado; pero experimentaba un especialísimo deseo de ver al espíritu adornado con el apagador y le rogó que se cubriera.
—¿Qué? exclamó el espectro, ¿querríais ya con profanas manos extinguir tan pronto la luz que de mí se irradia? ¿No es suficiente que seais uno de esos hombres cuyas