seria dormir como tocar la luna: era el mejor acuerdo.
Aquel cuarto de hora le pareció tan largo que creyó haberse adormecido á veces y dejado transcurrir el momento. Al fin oyó el reloj.
—Din, don.
—Un cuarto.
—Din, don.
—La media.
—Din, don.
—Tres cuartos.
—Din, don.
—¡La hora, la hora! exclamó Scrooge con júbilo: ninguno más viene.
Hablaba antes de que la campana de las horas hubiese dado. Cuando llegó el momento de ella, despidiendo un sonido profundo, sordo, melancólico; la habitacion se iluminó con claridad brillante y las cortinas de la cama fueron descorridas.
Digo que las cortinas de la cama fueron descorridas, por un lado y á impulso de una mano invisible; no las que habia á la cabecera ó á los piés, sino las del lado hácia el que estaba vuelto Scrooge, incorporándose sentado, vió frente á frente al sér fantástico que las descorría, y tan cerca de sí como yo lo estoy de tí; porque has de notar que yo me hallo, en espíritu, á tu lado.