—No os pongais de mal humor, tio mio, exclamó el sobrino.
—Y cómo no ponerme, cuando se vive en un mundo de locos cual lo es este. ¡Una regocijada Noche Buena! Váyanse al diablo todas ellas. ¿Qué es la Navidad, sino una época en que vencen muchos pagarés y en que hay que pagarlos aunque no se tenga dinero? ¡Un día en que os encontrais más viejo de un año, y no más rico de una hora! ¡Un dia en que despues de hacer el balance de vuestras cuentas, observais que en los doce meses transcurridos no habeis ganado nada. Si yo pudiera obrar segun pienso, continuó Scrooge con acento indignado, todos los tontos que circulan por esas calles celebrando la Noche Buena, serian puestos á cocer en su propio caldo, dentro de un perol y enterrados con una rama de acebo atravesada por el corazón: así, así.
—Tio mio, exclamó el sobrino queriendo defender la Noche Buena.
—Sobrino mio, replicó Scrooge severamente; podeis gozar de la Noche Buena á vuestro gusto; dejadme celebrarla al mio.
—¡Celebrar la Noche Buena! repitió el sobrino; ¡pero si no la celebrais!
—Entonces dejadme no gozarla. Que os haga buen provecho. ¡Como os ha reportado tanta utilidad!
—Muchas cosas hay, lo declaro, de las que hubiera podido obtener algunas venta-