Página:Cantico de Navidad.djvu/194

Esta página ha sido validada
— 175 —

Un día en que ignoraba cómo consolarla, me preguntó:

—¿Tambien, tú, Cárlos, quieres abandonarme?

—¡Zell... yo abandonaros!

Y desesperado me puse á llorar.

—Os ruego mi querido... mi buen Car...

Y no pudo seguir, deshaciéndose en lágrimas.

Al mismo tiempo me llamó la atencion un niño que desde la calle me hacia señas de bajar.

—Un caballero, dijo, me ha dado un chelin para que os avisara de que os esperaba al final de la calle.

Fuí allí y me encontré á Jhon Loveless detrás de la esquina.

—Decidme pronto, porque me expongo á compromisos: ¿Cómo está Zell? ¿Su padre ha muerto como pordiosero?

Le manifesté que el padre nunca habia sido mendigo, pero que no teníamos dinero y que nos disponíamos á buscar trabajo en cuando Zell recibiese los vestidos de luto.

Pareció conmoverse é hizo un movimiento como en direccion á la casa.

—No... no puedo. Un asunto de mucho interés me llama á otro lado. Dále esto y díle que no he venido á verla porque he estado ausente con mi regimiento.

Y echo á correr como alma que lleva el diablo. Casi de rodillas á los piés de Zell le