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contraron solos, y vió lo mucho que habia encanecido.

—¿Tan corta es la vida de los espíritus?

—La mia es muy breve en este mundo, contestó el espectro. Termina hoy por la noche.

—¡Esta noche!

—Esta noche. A las doce. Oid: la hora se acerca. A la sazon daba el reloj los tres cuartos para las doce.

—Dispensadme si es que soy indiscreto, dijo Scrooge que consideraba atentamente la vestidura del espíritu: veo algo extraño que sale de debajo de vuestra túnica y que no es vuestro. ¿Es un pié ó una garra?

—Podria ser garra si se fuera á juzgar por la carne que la cubre, contestó es espíritu: mirad.

Y de los pliegues de la túnica sacó dos niños, dos míseros seres, que se arrodillaron á sus piés y se agarraron á su vestido.

—¡Oh, hombre! Mira, mira, mira á tus piés, exclamó el espíritu.

Eran un niño y una niña, amarillos, flacos, cubiertos de andrajos, de fisonomía ceñuda, feroz, aunque servil en su abyeccion. En vez de la graciosa juventud que hubiera debido hacer frescas y redondas sus mejillas, con hermosos colores, una mano seca y descarnada, como la del tiempo, las había