llevan siempre el calor humano de donde ellos dimanan y revelan de una especial manera el vasto campo subjetivo del autor.
Erradamente, se ha querido imputar a su obra una servil imitación de la literatura francesa. Una vez por todas, precisa poner en claro este punto: una cosa es imitar o sufrir la influencia de determinada tendencia literaria y otra vivir en el medio por ella creado, armonizarse a ella y sojuzgarse a sus credos estéticos.
Tanto un poeta puede ser asiático como sudamericano y sin embargo, por sus cánones de belleza, por su temperamento y sus gustos, un poeta tan francés como el mismísimo Francis Jammes. Las eventualidades del destino han sido las culpables de que aquel poeta haya visto la luz en un lugar donde, por una rara paradoja humana, el espíritu es inadaptable a las manifestaciones de su medio de acción.
Tal el espíritu de este poeta.
Una vez hecha esta salvedad, bien se comprenderá cómo a su nuevo libro le son perfectamente aplicables aquellas palabras que empleara Monsieur Alphonse Séché al caracterizar la poesía francesa contemporánea:
«Néanmoins, il existe, entre ces livres, si je ne m'abuse, un lien de commune párente. Et ce lien, difficile a definir d'un mot, c'est la sensibilité aiguë de leurs auteurs, leur esprit inquiet, douloureux, désabusé et préoccupé de continuelle nouveauté, c'est leur raffinement d'émotion et d'expressión, —un ensemble de qualités et de defauts singuliers dont seules des ames modernes peuvent être agitées. Ici et la, on trouve le méme soin à fuir tout lyris-me, tout emportement romantique: c'est la méme peur du ridicule. Pas de littérature— ou le moins