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Cuando al morir el sol dora la nieve del Fusiyama
Los paisajes nipones en mi cerebro copio,
Siento el olor que el crisantem derrama
Los vagos, dulces sueños del opio.
Veo el campo inerme
La pagoda muda
Donde duerme
Budha.
Siento
La voz viva
El dulce lamento
De las cuerdas de la diva.
Como una pálida flor morisca
Envuelta en un raro manto de tisú
Una princesa cruza en su rápido giuriska
Y oigo el canto de un uta melodioso de Azayasú.