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«Estoy enfermo, tengo una pena
que no me deja vivir en paz:
perdí al buey pinto que más quería,
mi mejor yunta truncada está!

¡Qué encornadura, qué corpulencia,
qué bella estampa del animal!
¡Era muy fuerte para el trabajo,
no se cansaba nunca de arar!

¡El fué la causa de aquellas mieses
que florecieron en mi heredad,
y él fué la causa de la riqueza
que en mis graneros guardada está!

¡Vivan los bueyes, los nobles bueyes
Que son del campo nuncio de paz!
El «De Profundis» de sus mugidos
es como himno de libertad!»

Y calló el indio; sonó un aplauso
de los labriegos, al terminar,
y hoy todos saben la fútil causa
que le produce tan grave mal.
 
Hoy todos saben por qué tan triste,
por qué tan triste llorando está,
el pobrecito Juan el yuntero
allá en el fondo de su jacal....