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II
MEDIO DIA.


A Angel de Campo.


Medio día. De Febo se inyecta
la pupila brillante de fuego
en el áureo cenit; con bochorno
ya los tordos, los picos abiertos,
van llegando al aguaje en parvada
y desfloran las ondas sedientos.

El rebaño descansa á la sombra
de follajes tupidos y frescos,
y semejan puñados de cuentas
al zumbar y bullir los insectos.
 
Se recatan temblando los mirtos
—rojos labios que esquivan los besos—
al cariño estival de la Siesta
que desnuda se tiende en el huerto.

Reina un hondo silencio; tan sólo
del audaz cazador se oye el cuerno
que en la augusta quietud de la sierra
vagar deja imponente su eco....