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que destilan néctar de anona fragante...
labios como ubérrimas tunas del Otoño
cuya carne pican pájaros voraces!

Bríndame tus labios—sangrientos claveles—
que al sentir el polen de mi beso amante
con supremo espasmo se estremecen.. dámelos..
Y cuando en la hamaca tranquila descanses,
yo—mísero esclavo—con un abanico
de palmsas reales,
haré que la nube de moscos se ahuyente
y seré el verdugo de los alacranes!

Entretanto, míralos: con sus ocho patas
de ganchos puntales;
la panza escamosa con su par de peines
de diáfanos ámbares;
el dorso enarcado y hecho con sortijas
pequeñas y gráciles;
vívidos los ojos múltiples; erecta
la cola y vibrante,
y abriendo y cerrando las férreas tenazas
inquisitoriales,
por entre la yerba, tijereteando
van los alacranes!