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nada hay que iguale en un tanto
tu esplendor.
¡Oh virgen pura del Plata!
tan divina cual graciosa,
en cuya alma candorosa
puso Dios tanta virtud,
vierte con mano profusa
tus bondades y clemencia,
haciendo de tu existencia
un manantial de salud.

La madre de Dios que vele
siempre tu vida preciosa,
alma noble y generosa
de pureza sin igual!...

Derrame siempre su gracia
sobre tu frentc bendita
tierna y santa Manuelita
de beldad angelical.

Dirija siempre tu planta
por mi próspero camino:
pot ello el fiel argentino
le implora con ansiedad.

Vea a ese ser a quien ama
con un cariño acendrado
de dicha y placer colmado
de inmensa felicidad (27).


FRANCISCO BARAJA.