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El Ratoncito


gloriarse, y mucho menos usted, á quién ya se lo han fumado ¿No ve que tienen más camándulas y recovecos, que una mujer cuando quiere engañar? no sabe lo peines que son, ni caspa dejan

—Qué diablura me han hecho, y de la cual no me he apercibido?

—No hace todavía ocho dias, que usted le decia con enojo al capitán Casas, que tenia la convicción de que en la cuadra de la banda no se hacia bien el servicio nocturno, pues siempte veia con cara de recién despertado á la imaginaria de cuarto, y que á pesar de sus esfuerzos para sorprenderlos no lo habia conseguido. Hasta dijo, que ha habido vez en que se ha descalzado para que no lo sintieran cuando entrara á la cuadra, y ello sin resultado, pues encontraba de pie al que estaba de servicio.

—¡Es cierto eso!

—Pues bien, allí duermen todos á pierna suelta, sólo que uno de ellos se acuesta al lado de la puerta dentro de la cuadra y el Ratoneito del lado de afuera: asi que éste olfatea que alguien se aproxia, se levanta sin ladrar ni hacer ruido y se echa sobre la cara del dormido, ó lo agarra con los dientes del cuello y lo sacude para despertarlo, y conforme se levanta éste poniéndose de pie, se vuelve á echar hipócritamente haciéndose el dormido. ¿Sabe ahora, por qué no ha podido pillarlos en falta? Está bien, Juanita, te agradezco los informes. Ahora ¡arriba! para seguir la jornada.