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Campaña y guarnición


puesto que ahora que es coronel y gallo que no se ablanda al primer hervor, tiene más mañas para el amor que razones Lucio Sánchez para sacarle prestado á una un par de reales, que nunca devuelve, por las mismas argueias. Se ha olvidado que cuando los oficiales ó soldados meten mujeres de visita á hora que estas no son permitidas, cometen un contrabando? y cuando los soldados introducen furtivamente bebidas espirituosas ¿no cometen también un contrabando?... Pues bien, esto último es lo que hacia el Ratoncito siguiendo las órdenes é instrucciones de esos bergantes de la banda, encabezados por ese ruin mastodonte, que en mala hora han hecho tambor mayor del cuerpo.

—Mira, Virgencita, vamos al caso y déjate de indirectas á tus superiores.

—Dispense si lo he ofendido, pero la verdad es la verdad; y si me apura le he de contar todo lo que sabemos de usted, en cosas de dimes y diretes con las buenas mozas, y entonces si que sería relato más largo que un sermón de cuaresma, ó que un plantón de diez horas para un soldado que está enfermo del estómago; será mejor que no me interrumpa y verá como le refiero el suceso de un sólo aliento. Á los pocos días de muerto el perro del sargento Torres, vimos otro algo parecido en el cuartel, con el que se entretenían los de la banda. ¿Y qué cree usted que era? El Ratoncito á quién habían cubierto con la piel del muerto, y como era mucho más chico que el difunto, lo agrandaban envolviéndole con trapos. Jugaron y se rieron, ellos y los demás del batallón, y á la hora de puerta franca se llevaron también al Ratoncito disfrazado de perro de aguas. Desde ese dia hubo borrachera general en los de la banda y en muchos soldados que no salian del cuartel. El mayor del cuerpo estaba como una furia, porque el jefe lo acusaba de no hacer