imaginacion estaba ocupada con pensamientos estraordinarios.
Una hora despues el sirviente de Jaime anunciaba al cochero de Mercedes.
—Que entre: dijo el jugador.
—Buenos dias señor; dijo el cochero entrando y quitando de su cabeza la gorra que la cubria.
—Te he mandado llamar, porque necesito tus servicios. Se que estas dispuesto á emplearlos en favor de D. Blas Aguilar. Yo nececito que en vez de servirle à él; me sirvas à mi. Yo trato de hacer un bien á tu señora, sin que ella conozca quien la favorece. Yo recompensaré tus servicios, dandote diez veces mas dinero del que puede darte Aguilar; pero ten presente que al menor desliz que cometas, te descubro á Mercedes y serás arrojado de su casa.
—Señor, cuente Vd. con que haré todo lo que pueda en su favor: y mucho mas cuando veo que Vd. piensa hacer un bien à Dª. Mercedes.
-Fijate bien en las órdenes que voy á darte, de su buen cumplimiento depende tu fortuna. D. Blas de Aguilar está enfermo en cama y no podrá salir á la calle en algunos dias. Esta tarde irás á verlo y le dirás que me has visto entrar de visita á la sala de tu señora.
—Justaménte, Señor, yo tenia que ir á verlo esta tarde; para decirle que la niña Camila está algo loca y que la señora por órden del médico la lleva al campo.