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—Mucho mas señor: deseo que se abra una tumba entre nosotros, y crea el señor Aguilar que cuando Cárlos Prado desea una cosa pone todos los medios para conseguirla.

—Por lo visto es un duelo el que viene usted á proponerme?

—Siento que haya tardado tanto en comprenderlo porque estoy de prisa.

—¿Ignora acaso el señor Prado que las leyes de nuestro pais prohiben el desafio?

—No he venido señor Aguilar á que usted me dé informes sobre la Recopilacion Castellana.

—Es que existe esa ley señor, y el sabio legislador que la dictó tuvo en vista.....

—¿Qué seria de grande utilidad para los cobardes como Vd.?

—Señor; Vd. me insulta, he dicho que ese legislador quiso........

—Nada me importa saber cual fué la mente de ese legislador y á mas de eso, yo no he venido aqui á entablar con usted discusiones sobre nuestros códigos de legislacion.

—Pues à mí me importa mucho señor Prado.

—Eso no quitará que tengamos el placer de dirigirnos recíprocamente un par de balas.

—Señor Prado yo no puedo batirme.

—Pues es preciso hacer un poder, como dicen.

—Le digo á Vd. formalmente que no me bato, que no quiero batirme, ¿me comprende usted?

-Perfectamente bien; pero sepa el Sr. Agui-