—Que traes? le preguntó Mercedes con ansiedad.
—Señora: no lo he encontrado, pero en su casa estaba un jóven que se llama D. Arturo, y me dijo que creia que D. Cárlos se habia embarcado esa mañana, y que. el pensaba venir á hablar con Vd. hny mismo.
—No te dijo para que destino se habia embarcado Cárlos?
—No Señora.
—Corre á buscar á ese jóven y dile que venga ahora mismo.
—Salió Pedro, pero volvió sobre sus pasos.
—Porque te vuelves?
—Porquque acabo de encontrar en el zaguan à D. Arturo que pregunta por Vd.
—Hazlo pasar á la sala.
El cochero volvió à desaparecer.
—Mercedes se cubrió econ un pañuelo y dejando una sirvienta á la cabezera de Camila salió á recibir al amigo de Càrlos.
Al presentarse Mercedes en la sála, Arturo se puso de pié.
En la humedad de sus ojos se conocia que acababa de enjugar algunas lágrimas.
—Señora. suplico á Vd. disimule mi atrevimiento de venir á molestar su atencion; pero un amigo mio, mi único amigo, acaba de alejarse de Buenos Aires, con el corazon desgarrado. Me ha dejado una carta de despedida; pero no me dice dice en