ondas del vecino y plateado río, daban á aquel hermoso cuadro una dulce y mágica animacion.
Un hermoso carruage con el escudo de armas del estado, tirado por soberbios caballos de color de ébano y escoltado por cuatro elegantes carabineros, que montaban hermosos caballos, tan blancos como la nieve que corona las crestas de los altos Andes, entraba á la plaza por la calle de Santa Rosa.
Era el coche del Gobierno.
Detúvose frente al departamento de policia, y bajó de él el gobernador del Estado, acompañado de sus ministros, en medio de los entusiastas ¡vivas! con que la concurrencia victoreaba á la patria, á la constitucion y al gobierno.
Las músicas entonaron el inmortal Himmno Nacional, à cuyo mágico sonido laten enchidos de entusiasmo patrio, los corazones Argentinos.
Multitud de cohetes y caprichosas bombas de luz poblaron el aire y dióse por fin la ansiada señal de incendiar los fuegos artificiales, colocados en la bonita reja que corona en todo su frente el bello edificio denominado Recoba Vieja.
El vistoso y elegante arco que forma su centro vióse como por encanto coronado de fuego.
La viva claridad que arrojaba éste sobre el nevado frontis de la catedral, casa de justicia, departamento de policia y recoba nueva, parecía decir á la concurrencia estrangera—He ahí los interpretes fieles del adelanto y cultura del pueblo porteño.