"ofrecer a Vd. mi casa. Espero tendrá Vd. la bondad de ofrecernos la satisfacción de recibir su visita. Permítame llamarme su amiga y S.S."
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Habian pasado dos dial. Los constantes y asiduos cuidados de Mercedes, habian logrado detener los progresos de la fiebre, y aliviar á la infortunada costurera de su desesperado delirio.
Esta estaba desconocida. Su semblante sumamente pálido y macilento, y sus ojos habíanse puesto rojos por el incesante raudal de sus lágrimas.
-Mercedes: Cárlos tambien me abandona? No ha venido á verme? preguntaba Camila.
-No ha venido; pero ha mandado preguntar por tí, contestó Mercedes.
Esta engañaba á su amiga; porque Cárlos ni habia ido, ni mandado preguntar por ella.
Mercedes, prosiguió en tono de broma por distraer à Camila.
-Si sigues con tus llantos y abatimiento, mejor será que no venga; porque no quiero que te vea en ese estado. Tu sabes que Cárlos es muy patriota y no ha de gustar de ver tus lindos ojos del color de la divisa de la mashorca. Vamos: basta de lágrimas y aflixiones. Es preciso que te mejores para recibirlo.
Un sirviente se presentó en la habitación, y