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—La niña Camila está desmayada en su cuarto.!!

Corrió Mercedes á él, la alzó en sus brazos y la colocó exánime sobre su cama.

Otros tres golpes dados con mayor violencia que los primeros, hicieron salir nuevamente á Mercedes.

Al llegar al zaguan, se encontró con un hombre de un aspecto, siniestro.

—Está Da. Marta? preguntó este con un aire y un acento muy marcados de autoridad.

—Retirese Vd. por caridad, dijo Mercedes, que no quiso decir, ha muerto, por temor que estas palabras llegaran á oidos de Camila, que podía haber vuelto en si.

—Eso es: vengame Vd., ahora con que hay enfermos y todas esas palabras del diccionario de los tramposos. Ya no quiero tener mas consideracioneS, ó me pagan ahora mismo los alquileres ó pongo en la calle inmediatamente á esa gentuza.

—Venga usted, señor, se le pagará, contestó Mercedes y tomando de un brazo al mashorquero Aguilar, lo llevó á la sala. Corrió las cortinas del fúnebre lecho y señalando el cadáver de Da. Marta le dijo:—Cóbrese usted!

Poseído el exs servidor de Rosas dé la rábia que le causó la conducta de Mercedes, corrió al cuarto de Camila, para insultar su dolor, llevando adelante la guerra que le habia jurado.

A su presencia D. Blas se quedó frio.