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la salud para el cuerpo de Da. Marta, su hermano el Padre Anselmo la daba à su alma con los consuelos de la Relijion.

La sirvienta se presentó en la sala acompañada de un médico.

Este acercàndose al sacerdote le preguntó en voz baja.

—Padre ¿como sigue?

—Señor sus auxilios en este momento son inútiles. Es un cadáver lo que hay sobre este lecho.

El facultativo tomó una de las yertas manos de Da. Marta, volvió á dejarla, y corriendo las cortinas del lecho funeral saludó al sacerdote y salió de la habitacion. El Padre Anselmo se acercó a Mercedes que aun oraba y le dijo:

—Mercedes, querida hermana....

—Que hay?

—Has perdido una amiga.

—Da. Marta!!! grito Mercedes.

—Está en el Cielo; contestó el Sacerdote.

Mercedes se arrojó sobre el lecho de muerte, de la tia de su amiga, á regar un helado cadáver, con las lágrimas de la amistad.

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Tres aldabonazos dados groseramente à la puerta de la calle hicieron abandonar á Mercedes el cadaver de Da. Marta y salir al patio. En él encontró à la sirvienta que venía corriendo hacia ella y gritando.