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quedo yo para mirar por ella; pero ese dia aun no ha llegado, tal vez està muy remoto ¿á qué aflijirse asì?

—Mercedes.... eres.... un ángel.... la dejo..... en tus...... brazos...... ahora...... un sacerdote..... Mercedes..... tu hermano.... pronto..... Dios.... Dios mio!

Mercedes tomó una targeta de su targetera y con un lápiz escribió en su reverso estas palabras—Anselmo, pronto, casa de Dª- Marta. Salió Mercedes á la calle, y entregando la targeta á su cochero, le dijo:

—A escape Pedro! ¡á casa de Anselmo! que suba en mi carruage y venga en el acto. En seguida envió una sirvienta en busca de un médico y volvió á la sala. Arrojó su gorra, pañuelo y guantes sobre una silla, y fué á tomar una de las manos de la enferma.

El semblante de Mercedes se puso lívido.

Las manos de la tia de Camila empezaban á helarse con el frio glacial de la muerte.

Acercó á ellas sus labios esforzándose á darles algun calor con su aliento.

Habian trascurrido algunos minutos, cuando se presentó en la sala un religioso.

Asi que Mereades le vió, lollevó junto al lecho de la moribunda. En seguida corrió á arrodillarse á los piés del crucifijo, donde poco antes habia estado arrodillada su amiga.

Mientras la virtuosa Mercedes pedia á Dios