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momento con su conciencia. Abomino la lisonja, asi es que la creencia de que á los ojos de Vd. tengo ese defecto, seria para mi muy mortificante.

—Vamos; dijo Dª. Marta que habia escuchado en silencio este diàlogo, creo que los dos son cortados por una misma tigera......

Poco después llegaban estas tres personas á la casa en que ya la imaginacion del lector hizo una visita.

—Vd tendrá la bondad de acompañarnos á tomar un mate? preguntó Dª. Marta.

—Tendria yo este honroso placer señora, si mis deberes no me llamaran en este momento al canton.

—Pero Vd. debe venir cansado y sentiria que no descansase aunque no fuesen mas que algunos minutos.

—Aprecio la bondad de Vd. señora; pero como he dicho antes, mis deberes de soldado me privan continuar disfrutando la amable sociedad de ustedes.

—Gracias señor: creo que estos no serán tan tiranos que nos priven à nosotras, el placer de recibir en lo sucesivo la visita de Vd.

—Abusando de tanta benevolencia me tomaré la libertad de acercarme á saludar á Vds. en el primer momento en que me sea posible tener este placer.

—Señor: puede Vd. ir seguro que deseamos vivamente la oportunidad de poder retribuirle sus finezas.