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ratas y para éstos trances se necesitan ciertas municiones....

—Pues el inconveniente no ecsiste.

—Cómo así?

—Porque si es necesario estoy dispuesto á arrojar dentro de la plaza bombas de oro.

—Asi respondo del buen ecsito.

—A su salud! dijo Aguilar apurando su vaso.

A la salud de las balas de oro! contestó Jaime vaciando el suyo.

Dos estrepitosas carcajadas y otros dos vasos de vino saludaron este chiste.

—Cómo està defendida la plaza? preguntó Jaime, que despues de haber devorado un pollo, daba feroces cuchilladas al jamon.

—Debilmente: contestó Aguilar que trataba con mas familiaridad é intimidad á la segunda botella, que á la parte sólida del almuerzo; la plaza está defendida por una vieja y como ya dije antes por uno de los de kepí y camiseta.

—Diablo! dijo Jaime, y dónde vive la chica?

—Aun no es tiempo de que lo sepas.

—Pues qué se espera?

—Faltan que preparar las baterías.

—Desde que no falten proyectiles......

—Los hay de sobra y de esta clase.

D. Blas sacó de uno de sus bolsillos, media docena de onzas de oro selladas y entregándolas al jugador le dijo:

—Toma.