. BLAS de Aguilar tal cual lo conoce ya el
lector, era uno de aquellos hombres que lanzándose desde sus primeros años en la senda del vicio,
dejan en ella hasta la mas pequeña partícula de la
virtud que la misma naturaleza pone en el corazon
humano, y que cruzando por el camino de la relajacion, no llegan á ser otra cosa que miembros corrompidos del cuerpo social à
que por desgracia
pertenecen.
La fatalidad quiso que un hombre como D. Juan M. Rosas ocupára la silla del primer magistrado de la república argentina.
Cuando los desafueros de este malvado iniciaron una época de sangre, de crímenes, de prostitucion para la desgraciada patria de los argentinos, D. Blas de Aguilar encontró la ocasion propicia de saciar los feroces instintos de su alma depravada,