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Señores: dijo el padre Anselmo; la mano del Todopoderoso, derrama en este momento sus favores sobre la virtud: acompañadme à rendirle un tributo de gracias.

El padre Anselmo se arrodilló; los demas le imitaron. Cinco minutos despues el sacerdote se puso de pié: fué imitado nuevamente.

—Señor D. Cárlos, tenga Vd. la bondad de seguirme, dijo el cura al amigo de Arturo.

Càrlos despues de dirigir á Camila una mirada de ternura, salió de la habitacion acompañado del sacerdote.

Eduardo estaba aturdido: no comprendia lo que pasaba à su derredor.

Mercedes, asi que conoció que su amiga estaba en estado de escucharla, le esplicó todos los sucesos pasados y le prometió instruir á Cárlos de todo lo ocurrido, asegurándole que éste la haria la mas feliz de las mugeres.

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El padre Anselmo despues de llevar à Cárlos á una pieza inmediata, le impuso de las fatales coincidencias que habian dado lugar á su espatriacion y á la demencia de Camila: al fin le dijo.

—Camila ha recobrado la razon: en medio de su estravío mental no ha cesado de pronunciar el nombre de Vd. La felicidad de esta desventurada criatura está en sus manos.

—Y la mia, respetable padre, depende de Camila.