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dome, se lanzó furioso sobre el indefenso anciano, y asiéndole por los cabellos lo arrastró al patio. Mi anciana madre cayó al suelo privada de conocimiento. Yo quise salir á la calle á pedir auxilio, pero dos asesinos guardaban la puerta, y corrí à esconderme en un cuarto interior. Pasó una hora: salí de mi escondite y cuidando de no hacer ruido, me dirigi al comedor. Un bulto estaba tendido en el suelo: me aproximé á él....era mi madre (Los ojos del jugador vertian un abundante llanto: su voz se cortaba a cada momento por los sollozos). Al caer desmayada habia golpeado su blanca cabeza en el filo de la estufa: este golpe le habia abierto una grande herída. Yo la llamaba á gritos: ella no podia oirme; porque......estaba muerta.

Corrí despavorido à la calle y al bajar á la vereda, tropecé con algo: fuí al comedor y trage una luz......ella no me sirvió para otra cosa, que para alumbrar el cadáver de mi desgraciado padre. ¡¡¡Horror!!!......¡le faltaba la cabeza! el bolsillo de su chaleco contenia las orejas que el asesino en un rato de buen humor, le habia cortado.

—Jaime por Dios! ¿que tengo yo que ver con eso?

—Ellas ocupaban el lugar del reloj que el asesino le habia robado. Yo señor D. Blas, quedé solo en ellDundo à la edad de diez años. La casa de mis padres y los muebles que en ella habia, fueron vendidos por órden de Rosas, y su comprador