es puramente masculino, se completará, a su vez, con la fase femenina.
Pero, completo en lo porvenir, o incompleto en la actualidad, el ideal sano, hijo de lo real, es el incentivo que lleva al progreso, es el alimento de los fuertes luchadores.
No así la mentira vital, la pseudo-religiosidad, ilusión falaz que sostiene a los débiles y cuya brusca ruptura de equilibrio con la realidad desorbita para siempre sus vidas.
¿Cómo practicar el respeto hacia la generación, cómo sentir la respousabilidad del procrear? Difícil es que, en este caso, baje el progreso del hombre a la mujer. Fisiológica y socialmente nosotras llevamos el peso de la maternidad. Luego nosotras debemos tener el derecho de desearla y aceptarla. Pero para ejercer un derecho hay que tener conciencia de él por la práctica de los deberes que, como madres, humanamente debemos llenar.
La práctica amplia y consciente de los deberes maternales — servicio obligatorio que la sociedad, para bien de todos y especialmente para bien de la futura liberación femenina — debe reclamar de la mujer, la transformará en un ser humano completo.
Estos deberes maternales abarcan todo lo que ella puede hacer en pro del niño, aunque no lo haya engendrado. La maternidad fisiológica bien entendida es un premio que es preciso merecer y conquistar.
Aquellos que se pregunten con Nietzche: