Y mientras se orienta en esa dirección, que se saque en lo posible, al niño expósito, huérfano o abandonado, del pudridero del asilo; que se le mezcle con los otros niños haciéndolo concurrir a escuelas del Estado, no a escuelas creadas especialmente para él, pues el mal no haría sino cambiar de nombre: a escuelas donde el número de esos niños sea ínfimo con relación al número de los felices con padres y hogar.
Que el Estado instituya becas, tan numerosas como la necesidad lo reclame, para que esos niños sigan los estudios que sus aptitudes demuestren necesitar; que el Estado cree tantas escuelas agrícola-ganaderas cuantas fuere necesario — siempre procurando mezclar ese elemento más necesitado de cariño y de ayuda social al elemento producto del hogar.
Que las colonias agrícolas y ganaderas sean las correccionales de menores, siempre bajo el sistema tutorial.
Que las escuelas profesionales e industriales acojan lo que la agricultura, la ganadería y la universidad no hayan podido asimilar.
Y la base y la cima de ese nuevo edificio social la constituirá el preservativo prometido. La escuela hogar originada y nutrida por la Eugenia.
La nueva ciencia denominada "Eugenia" (del griego "ey genos": buen origen), se propone, según su fundador, Sir Francisco Galton, estudiar las causas sometidas al contrato social que pueden mejorar o debilitar las cualidades de raza en las