Y partiendo del principio de que toda idea religiosa que contiene la afirmación de la vida, tal cual nos es dado conocerla, es buena; y de que toda idea religiosa, por bella y consoladora que sea en apariencia, es mala si contiene la negación o la deformación de la vida, tal cual nos es dado conocerla, arribaráse a la conclusión negativa de que la educación e instrucción pseudo-religiosa actual es mala porque es contraria a la afirmación de esta vida; porque deprime la personalidad incitando a desconfiar de nuestras propias fuerzas, señalando como finalidad de la vida humana un más allá de la vida misma, deslumbrando con ilusiones, deformando hasta lo absurdo, lo natural, al engendrar y alimentar prejuicios, sobre todo prejuicios sexuales; colocando el centro de gravedad psíquica, la voluntad de potencia, fuera del hombre mismo al hacerle vislumbrar una posible intervención divina ocasional; y arribaráse a la conclusión afirmativa de que la religiosidad humana, basada en la educación e instrucción integral, diviniza al hombre haciéndole concebir como ideal el superarse a sí mismo al crear, al dar vida a un nuevo ser.
El más humano ideal del hombre, es ser padre; el más humano ideal de la mujer, ser madre. Padre y madre, respectivamente, de hijos mejores, física y moralmente superiores de generación en generación, preparando así el advenimiento de razas futuras que sean jalones en el perfeccionamiento de la Humanidad.