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pelota, cuatro esquinas, saltar a la cuerda, correr a la mancha, el baile, todo nos lo enseñaba o lo aprendía, jugando con nosotros en ese hermoso jardín que sus alumnas grandecitas, las selectas, cuidaban, siguiendo un curso de jardinería que Miss Mary, en su amor por las plantas, nos lo hacía desear como un premio.

Hasta ingresar en el curso normal no conocía a Miss Mary más que por sus frecuentes visitas a la escuela de aplicación.

¿Por dónde entraba? ¿Cuándo? ¿Cuánto tiempo hacía que nos observaba ¿Habíanos hecho ya otras visitas en ese día? Imposible saberlo.

¿De dónde sacaba tiempo y fuerzas para estar en todas partes?

Así nacía, intuitivo y seguro, nuestro convencimiento de que Miss Mary lo sabía todo, de que si algo preguntaba era para probar nuestra veracidad; de que era inútil ocultar un hecho o ensayar el engaño o el disimulo. ¿Cómo soñar en desobedecer?

En el curso normal su influencia creció en intensidad. Miss Mary dirigía la enseñanza de las ciencias naturales y la crítica pedagógica, incitándonos siempre a estudiar las vidas de los grandes hombres, lo que ella llamaba la "moral en acción".

Nos señalaba temas a estudiar, temas generales, el mismo para toda la clase, indicando la bibliografía de consulta.

¡Cuán individualmente trabajábamos! Cada curso tenía, en el salón de clase, su biblioteca de acuerdo