uentos, en artículos, en capítulos de historia, en novelas, en dramas, las "virtudes guerreras".
Analicémoslas: La virtud es fuerza que propende al desarrollo normal de la vida tal cual nos es dado conocerla. El valor militar es fuerza destinada a destruir vidas humanas: luego es vicio engendrador de muerte, de atraso, de descenso en el devenir humano ; no es "virtud", sinónimo de creación, de progreso, de ascensión en la espiral de la vida.
Tan sencillo y fundamental criterio nos hará rechazar, con el crimen de la guerra, las pseudovirtudes religiosas y el dogma de la obediencia ostentados por el militarismo.
El hombre actual, bárbaro aún, recibe inyección depresiva y desorganizadora con la actual enseñanza pseudo-religiosa; la escuela completa esta obra anuladora de la personalidad inyectando el virus de salvajismo encerrado en la tendencia interpretativa de la historia; el ambiente familiar, social, político, literario, acrecienta tan perniciosas influencias forjando tablas de valores que miden como virtudes a fuerzas destructoras y tildan de vicios y de cobardía lo que a tales prejuicios se opone.
Y así el mal aún necesario de la guerra acreciéntase con lo aportado nefandamente por esos factores que moldean al niño deformándolo.
Muy luego el Estado hace pasar al joven por otro molde aún más rígido: el servicio militar obligatorio que fija y sella lo ya desarrollado tan criminal e inconscientemente.