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Religión y ciencia son antagónicas siempre que religión dé ilusiones por verdades, siempre que afirme como infalible más allá de lo demostrable y, sobre todo, contra todo lo demostrado. Hay una distinción capital entre el pensamiento religioso y el pensamiento científico: si los dioses existen no poseemos ninguna prueba de que se hayan jamás ocupado del hombre. La constitución del mundo está llena de intenciones, al menos aparentes; pero en los hechos y detalles nada hay de intencional. El estudio de la naturaleza muestra, netamente, al contrario, que todos los seres son tratados del mismo modo indiferente y feroz. La naturaleza se preocupa de la especie y jamás del individuo. El mundo nos revela, con su ausencia completa de plan reflexionado—aparente, al menos,—esfuerzo espontáneo, como el del embrión, hacia la vida y la conciencia.

Desde la aparición de la conciencia, ha habido causa relativannente libre que ha usado de las fuerzas de la naturaleza para fines deseados; pero esta causa emana ella misma de la naturaleza; es la naturaleza volviendo a encontrarse, llegando a la conciencia.

La verdad evoluciona, la verdad se hace lenta, pero constantemente, como se hace la vida; y es que la verdad es alma.

Las concesiones hechas al absurdo, a lo relativo, suelen ser a menudo, necesarias en las cosas humanas, pero no son más que transitoriamente necesarias. El error no es el punto de arribo para