aquello que se opone a un estado emocional agudo.
El dolor moral buscó un remedio, se esforzó por restituir, aunque fuera por medios artificiales — ilusión necesaria — la cantidad de vida, de energía perdida y engendró ese razonamiento de consolación que se llama plegaria, pseudo-consuelo que no conforta sino a los incapaces de consolarse a sí mismos nutriéndose a los pechos de la ruda y sana verdad.
El peligro mayor de la mentira vital religiosa es el que, como llena una necesidad humana aún no satisfecha por la ciencia; como equilibra, aunque momentánea y falsamente la línea de la vida; como engendra las grandes convicciones aparentes, se crea una lógica afectiva apropiada y domina, inconscientemente, a las multitudes.
¿Cuándo se sabrá, con el corazón y la mente, que toda idea religiosa, por bella y consoladora que sea, en apariencia, es mala si contiene la negación o la deformación de la vida tal cual nos es dado conocerla?
Reyles, en "La muerte del Cisne", sintetiza la actual agonía de esa mentira y profetiza que el esfuerzo trágico de la humanidad por acordar las leyes del universo a los deseos del corazón no puede menos de terminar un día por obediencia y adaptación humildes del corazón al universo. Comenzará así el reino de lo divino natural. Las criaturas, las cosas se graduarán en la escala de la vida por la cantidad de virtud que almacenen. Lo pequeño no podrá parecer grande, como