"por faltar al respeto" dictan cátedra hasta agotar el tema cuando se las han con un carrero o con un mayoral).
Dos cosas preocupan a nuestros chicos hasta llevarlos a inventar términos para pintar lo que tan profundamente sienten: la cuestión sexual y las carreras de caballos. Los jueves, al anochecer, es de verlos midiendo, sobre las fotografías impresas en los diarios de la tarde, cuantos centímetros de delantera llevó el ganador al que ellos eligieron. Discuten admirablemente informados, sin trocar nombres de potrancas ni término de deporte, sabedores de quiénes fueron los padres y los abuelos de cada uno de los caballos en moda. Verdad es que aprovechan el ejemplo de sus mayores. No hay, más que pasar por Florida los jueves a la tarde. Frente a las pizarras anunciadoras del resultado de las carreras, el público hace cola de una acera a otra acera. ¡Cómo extrañar que los chicos crean natural y necesario "para el porvenir de una de las industrias más importantes de la Argentina el cultivar un vicio de tan tristes consecuencias!
¿Corregiremos el mal criticándolo? No lo creo. Ya el comercio serio cierra sus puertas a los empleados carreristas. Pero, cómo practicar el respeto hacia la generación, ¿cómo sentir la responsabilidad del procrear? Difícil es que, en este caso, baje el progreso del hombre a la mujer: fisiológica y socialmente nosotras llevamos el peso de la maternidad: luego, nosotras debemos tener el derecho de desearla y de aceptarla. Pero, para ejercer un derecho