— ¡Y su madre lo oculta como un crimen! — me decía el médico de guardia...
¡Crimen crear, crimen transmitir la vida! Para mí tan sólo es criminal, quién sabiéndose indigno de crear, crea. Pero, ¿es acaso crimen menor el deformar una vida, el de ahogar una inteligencia embruteciéndola primero por culpable abandono y confinándola después entre seres deformes o monstruosos?
¿Saben las madres orgullosas y felices que en Buenos Aires el número de abortos provocados es desalentador? ¿Han oído hablar de cierto comercio muy lucrativo, del transporte de angelitos a la vecina orilla, para poblar la "Cuna" de Montevideo, con los hijos sin madre de la ciudad que pretende prohijar extranjeros? ¿No se sienten culpables por no saber inculcar en sus hijos, unido al respeto sagrado hacia la procreación, el primero de todos los deberes: "no harás daño", mucho más práctico y útil para sí mismo y para los demás que el utópico: "harás bien"?
No sé si a todos atrae con curiosidad ansiosa la conversación de los adolescentes cuando se creen en libertad, seguros de no ser oídos. A veces sigo cuadras y cuadras a chicos que se desbandan al analizar las clases o finjo esperar un tranvía que nunca llega al lado de un grupo de vende-diarios.! Lo que dicen, esos labios que todavía saben a leche! No hay término soez que no empleen ni madre que quede pura al pasar por esas bocas. (Por cierto que a veces los encargados de conducirlos a la Comisaría