encierra, innúmeras son las que sugiere e irdinitas las que origina.
Podemos comparar el proceso ideativo a una espiral cónica cuyo círculo máximo estuviera en contacto directo con la naturaleza por medio de las sensaciones-percepciones; cuyo segundo círculo se alejara algo de la realidad al distinguir las cosas de sus cualidades; cuyo tercer círculo aafirmara — por medio del verbo — la existencia de esas cualidades — adjetivos — en las cosas, sustantivos; cuyo cuarto círculo, cada vez de diámetro más pequeño y más alejado de lo real, objetivo, comparara, agrupando por semejanzas, separando por diferencias; cuyo quinto círculo contuviera la afirmación de relaciones directamente percibidas; el sexto, las relaciones de relaciones que a su vez originarían una nueva categoría que, al combinarse con las anteriores, produciría una nueva especie de relación, engendradora de otra y de otras, y así, discriminando, asociando y separando; descomponiendo por el análisis, recomponiendo por la síntesis; evocando asociaciones, llegamos a la construcción mental, a la abstracción, a la palabra.
El punto de partida es la realidad; el de llegada, un todo mental cuya única realidad objetiva es el sonido o la escritura. Pero este punto de arribo está tan alejado de las sensaciones-percepciones originarias, es tan largo el camino recorrido por la humanidad hasta llegar a él, que la palabra no evoca naturalmente el mundo objetivo que pretende reflejar