lógica— formará uno de los programas de Historia— este año tenemos dos, uno de Historia Americana y otro de Historia Argentina. En su última clase, la "maestra" —¡cuánto denigra este título a quien no lo merece!— nos advirtió que examinaría de acuerdo con los apuntes dictados "en clase". —Las protestas— diré "mis protestas" pues el resto de la clase no tiene conciencia de sus deberes, ¡cómo tenerla de sus derechos!— fueron tergiversadas. —¡Desdeñar los apuntes porque se apartaban del eterno texto escolar! ¡No comprender cuánta caridad encierra el hecho de ofrecernos esas primicias! Siempre seríamos rutinarias e indignas de lo que en beneficio nuestro se intentara.”
“Egresada de un medio educacional único, de la Escuela Normal que Miss Mary O. Graham fundó en La Plata, me rebelé abiertamente contra tales injusticias y me negué a dar examen. Que dividieran por dos las clasificaciones anuales: me conformaba con un modesto término medio. ¡Para lo que vale un "sobresaliente" a base de memoria recalentada a última hora! Así no se enseña, así no se aprende.”
“Pero se me hizo saber que el reglamento —verdadera ley, inquebrantable para los que la soportan, dúctil y maleable para los que la aplican— prohíbe emplear tan sencilla solución: Tengo que presentarme a examen oral o pierdo el resultado de cuatro años de trabajo: Trátase del último año de la carrera de maestra, el primero que sigo