de generalización que lo preservará de especializarse excesiva, estrecha, retardadamente; con esa especialización maquinal, desorganizadora, cuyas consecuencias fatales deplora la actual generación obrera.
La base científica de la enseñanza engendrará en el niño el concepto de ley, de necesidad; la noción de equilibrio y de desarrollo individual; la de justicia y reciprocidad social; la idea de progreso, de evolución, de ascensión.
Ante todo esa educación integral no le hará daño: Serán descartadas las ideas falsas, los prejuicios falaces, desmoralizadores; las impresiones deprimentes; todo lo que lleva a la imaginación fuera del campo de la verdad, lo que la turba o la desordena; las sugestiones malsanas, las excitaciones de la vanidad, de la falsa rivalidad o de los celos, todo lo que no sea calma, orden, verdad natural; vida sencilla, ocupada, variada, animada por el ejercicio de la libertad que los hará sentirse responsables y solidarios.
Recién será la escuela un hogar social. El elemento moralizador por excelencia, que imprimirá un empuje ascendente a la evolución humana, será la coeducación sexual.
La futura encarnación del ideal escolar no se limitará a hacer integral el ciclo, partiendo de la base "Escuela del Estado", única obligatoria para todos sin excepción; laica, bajo el régimen coeducativo que la transformará en hogar social, engendrador a su vez de la educación e instrucción