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Ante ese ideal de perfeccionamiento, los jóvenes respetarán en la mujer, a la madre futura. La maternidad dejará de ser un accidente, una sorpresa, un riesgo en la vida de la mujer. Será cada vez más difícil satisfacer pasiones o caprichos que engendren el envilecimiento o la desdicha ajena. La mortalidad infantil, la tuberculosis, el alcoholismo, esa lepra social de la prostitución, la criminalidad, todos los grandes problemas de profilaxia sanitaria y moral, tenderán a una solución de acuerdo con las leyes normales de la vida.

Esto no se obtiene invocando un pseudo sentimentalismo, sino que lo conquista la solidaridad humana que no es una virtud facultativa, sino una ley inexorable por basarse en hechos biológicos y sociales. La colectividad sufre las consecuencias de los vicios contra la higiene, contra la moral, contra la naturaleza; por lo tanto el individuo es culpable si no evita o no castiga esos crímenes colectivos.

La procreación de seres sanos y fuertes, es el primer deber individual.

Reconocida la importancia de esta educación en la vida del individuo y de la especie, es urgente reglamentaria como enseñanza obligatoria.

El núcleo del mal que tratamos de evidenciar está en el prejuicio religioso del pecado; en esa