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CAPITUL0 X


Y los Convites de los dias del Santo, o de los "dias de dias" como decia Figaro, ¿donde se me quedaban? Sin embargo, pocos rasgos como los que consagraban esos astros, pueden dar idea más cabal de las costumbres de la época, que por otra parte parece favorecida por un conjunto de las bellezas más tipicas de nuestra raza.

¡Que lujo el de aquellas mesas, y qué manjares todo criollo, como va a verse! ¡Qué franca cordialidad, y alegria sin misterios ni hipócritas manifestaciones!

En estas fiestas, como se suele decir vulgarmente, los dueños de casa "echaban las puertas por las ventanas", los invitados a ellas quedaban apalabrados para el convite del afio próximo, y la mayor parte de los intimos de ambos sexos jamás faltaban, aunque la invitación tuviera un año de fecha y, ni hubiera tarjeta de por medio.

Como a estos convites, parodiando las bodas de Camacho, asistia tanta gente, la vajilla andaba escasa. Las fuentes y platos, y sobre todo las cucharitas de café, eran insuficientes.

En ese tiempo era rarisima la persona que poseyera más de una docena de cucharitas, que yo supiera a lo menos; y no por otra razón que la