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CAPITULO VIII


Seria hacer las cosas mas que mal, si pasando por encima de los hechos, de épocas mas feliees, suprimiera con ellos a la vez, nombres de beldades clasicas y de indisputable popularidad, que no debo dejar en el tintero, aun a riesgo de caer en manos de algún Censor... pues digo, la opinion les quitó los del agua bautismal para llamarlas con los que el amor o la fama les designaba, al consagrarlas como beldades.

También la moda tuvo en ello sus supremas extravaganeias con los célebres peinetones hasta de una, y de una y cuarta vara de diámetro, los cuales ocasionaron tales y tan tremendas controversias, sobre mejor derecho a la vereda, que la Policia zanjó tan importante y amenazadora cuestión dictando una ordenanza por la cual se asignaba aquel perentorio derecho de transito, a la que llevaba la derecha.

Esta exageradisima moda es la que acabo por sustituir la peineta pequeña, complemento del tocado (no toilette), de las cabezas españolas, que colocada con cierta inclinación hacia un lado, era de efecto encantador, gracioso, si bien tenia por principal objeto sujetar el cabello, cuya abundancia era proverbial en las americanas hijas de es-