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LAS BELDADES DE MI TIEMPO

Dígaseles que hagan esto los célebres jockeys con sus caballos ingleses de patas largas desproporcionadas: con pescuezos más largos todavía, que caminan tiesos como los pavos, sin inclinar el pescuezo y sin saber mas, como dicen los chalanes de Chile para ponderar la buena rienda de un caballo, que correr en algunos minutos una legua para meterse en cama a la vuelta y reposar resguardados y bien abrigados al calor de estufas ardiendo; pues si los dejaran una noche como a los nuestros, al frío e intemperie de las pampas argentinas, al amanecer del siguiente día no encontrarían sino el esqueleto del famoso ganador inglés dejado al aire libre por los voraces chimangos... caranchos quise decir.

¿Y esto es lo que viene ahora para mejorar nuestra raza caballar? ¿Esto lo que traen y para lo que Rocha, gobernador de La Plata, dió la primera fuerte suma, por cuenta de la provincia destinada a premios del juego?.... Pero no perdamos la ilación, y sigamos de buen humor, que es lo que hace aceptables los capítulos de este libro, que quién sabe no queda inédito.

Fomentar, hubiera sido la patriótica tarea, nuestra raza caballar de los Montes Grandes, haciéndola mejorar, escogiendo los más lindos tipos de madres para la procreación, en vez de matarlas como lo hicieron, para vivir de sus productos colocados en los Bancos, y como se dice, "matando la gallina para sacarle los huevos de oro" de sus entrañas...

Nuestro caballo criollo, nacido y criado a la intemperie, es sobrio y sufrido; sólo se alimenta de los pastos del campo, lo mismo en los días calurosos que en los rigores del invierno, sin tener necesidad de que lo abriguen con mantas. Es vigoroso, sufrido, resistente, altivo y arrogante, —