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SANTIAGO CALZADILLA

y recuerdos que yo guardaba en el almacén de mi memoria de ochenta años, medio borrosos y —— ¡ay! con esa vaguedad melancolica de las cosas muy lejanas. Asi, medio perdidos mis recuerdos, ocurrióseme una duda que quiero tengas la fineza de aclararme, en nombre del autor. Relatando éste cómo fueron conquistados algunos ingleses que parecian invulnerables por las bellas de mi tiempo, concluye diciendo de los Downes, que el vulgo les altero el apellido llamandoles Obes, de donde salieron, agrega, los Gelly y Obes, los Herrera y Obes, etcétera. Aqui de mi duda; don Lucas Obes, abuelo materno del actual presidente de la República Oriental ¿no habia nacido por ventura en Montevideo mucho antes de la venida a la República Argentina de los hermanos Downes? ¿Qué puede haber de común entre estos ingleses y el general Melchor Pacheco y Obes? Que a los britanos aludidos, concluyera el vulgo por llamarles Obes, lo admito; que de ahi saliera toda la larga descendencia de los Obes, no solo lo dudo, sino que me atrevo hasta afirmar que el establecimiento de éstos en el Rio de la Plata arranca de una época anterior a la venida, de aquellos estimables ingleses. Trato de reunir y coordinar algunas paginas dispersas que tengo de aquella mi juventud ya tan lejana, y es por eso que deseo aclarar todo aquello, que luego de aclarado, me facilite ir reconsrtruyendo la obra que tengo en preparación. Me despido ya. Y advierto ahora la familiaridad del tratamiento que contigo me permito. Has de disculparmelo, en razon de la diferencia enorme de nuestras edades. Tuyo, muy tuyo. — Juvencio Arenillas.


OBES


Tiene mucha razon don Juvencio Arenillas, mi impugnador, que rectifica el nombre de Downes que apareció por el del ilustre filosofo inglés Thomas Hobbes, que fué el que yo creia que habian españolizado, convirtiéndolo en Obes, como lo fueron muchos otros, v. g. con el del Dr. Eduardo Costa, hoy ministro, y que desciende de familia francesa, que se escribia Costa; y solo por error de copia., o de imprenta quiza, salió este quid pro quo que me da el placer de ponerme en relaciones con un contemporaneo de principios del siglo, don Juvencio Arenillals. También puede haber sido la causa de la equivocación el que todos los nombres ingleses que tienen tantas s dobles, como W también dobles, que