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SANTIAGO CALZADILLA

cesas, tirando voladores en festejo de tales actos. Una noche estabamos parados con Alvaro Pinto, y su hermano Anacleto, y Luis Molina y otros, casi frente a la mencionada joyeria alli situada, cuando desembocó la retreta, presidida siempre de un farol (que llamaban el Farol de la Retreta), que iba al frente de la banda, venia del Fuerte por la calle de Victoria, para seguir a su cuartel del Retiro, que ocupaba el batallón del General Rolón, a cuyo regimiento pertenecia.

La banda que esa noehe daba la retreta venia tirando cohetes voladores, y algunas señoras que habian quedado en la calle, a su aproximación desaparecieron, cuando al enfrentar a la pequeña joyeria donde se encontraba de pie, en el umbral de la izquierda del espectador, una joven alta y esbelta, que según decia, era la novia del joyero; la banda hizo alto, y el que llevaba los cohetes voladores prendió uno, y al soltarlo con la intención de hacerlo reventar dentro de la joyeria, quizá inclinó demasiado la dirección, y le entró por debajo de la barba a la infeliz joven, que en el acto quedó destrozada, cayendo alli mismo casi muerta.

Todos los presentes salimos de alli horrorizados, cada uno hacia su casa. Al través de los años he recordado el hecho, y aún hoy mismo con el mas profundo horror, cada vez que paso por aquel lugar, aunque transformado en lujosa tienda de libreria, de Escary.

Poco después sucedió, entre muchos otros, el asesinato del respetado y querido vecino, señor Varangot, francés de origen, y el de Martinez Eguilaz, que fué degollado y metido dentro de una barrica de alquitran que ardia, para solemnizar una fiesta federal, a1 frente del paredón posterior de las Monjas Capuchinas, hoy calle Moreno.

He aqui por fin un hecho que por sus circuns-