Página:Calzadilla Beldades de mi tiempo.djvu/175

Esta página ha sido corregida
177
SANTIAGO CALZADILLA

para reprobarlo si no se desempeña bien, o aplaudirlo si lo merece... ”

Calmada la batahola con tan sencilla alocución, Casacuberta avanzó al centro del escenario, pudiendo notarse, en medio de un profundo silencio, que la opinión pública no era ya tan desfavorable...

Desde el Segundo acto las cosas cambiaron, y al fin de la función, Casacuberta era ya dueño del público. No solamente habian desaparecido las hostilidades sino que éstas se convirtieron en una verdadera ovación. El entusiasmo fué tan estremado, que el artista fué acompañado en triunfo por una numerosa concurrencia hasta su alojamiento en donde con gran emoción se despidió de ese publico cuyas simpatias habia conquistado para siempre.

Desde entonces su carrera artistica no fué marcada sino por un progreso constante y una serie de triunfos que fueron en escala ascendente hasta el momento mismo de su muerte.

Es sabido que el grande artista falleció en el instante mismo de terminar el último episodio de la famosa pieza, Los siete escalones del crimen, en Valparaiso; puede decirse que se separó de este mundo cuando aún zumbaba en sus oidos el estruendo de los aplausos de los espectadores, embargados todavia con las últimas emociones.

Pero volvamos a reanudar los hilos de nuestra crónica sobre los espectáculos teatrales de Buenos Aires.

La compañia en que inició su carrera dramática Casacuberta daba también las muy aplaudidas petipiezas: Manuel Méndez Injundia, El abogado tras los montes y El gastrónomo sin dinero, en cuyo papel jamás tuvo rival Casacuberta.

Entre los años 35 o 36 inauguróse también el teatro de La Victoria, cuyos propietarios eran