El papel era desempañado bajo una lluvia de estruendosos aplausos y bravos, por el artista Casacuberta, que entraba ya en los albores de su gloriosa carrera, que fué a desarrollar, completar y terminar en Chile, adonde se refugió como uno de tantos emigrados, y del cual me ocupare en seguida...
Este sainete, una de las composiciones de mayor efecto cómico en su género, y de una crítica más punzante, está depositado en la Biblioteca con las demás obras que formaban el gran repertorio del señor Olaguer Feliú, cuando se demolió aquel teatro por el señor Rom para edificar el Pasaje Argentino.
Hablemos un poco de Casacuberta, que no ha de ser inconveniente consagrarle en Las beldades de mi tiempo un ligero recuerdo, pues al fin es una gloria nacional del arte.
Como lo dejo indicado, Casacuberta emigró a Chile con sus demás compañeros, si mal no recuerdo, después de la batalla del Arroyo del Medio, ganada por el general Pacheco al general La Madrid. Los derrotados, a pesar de estar ya cerrada la cordillera, en los primeros días de Septiembre, se lanzaron a atravesarla, prefiriendo afrontar el peligro de tal empresa, antes que el de caer en manos de los seides del tirano.
Lo que se temía sucedió... Casacuberta quedó medio sepultado en la nieve, de donde fué extraido casi moribundo por la gente que desde Santiago de Chile condujo Sarmiento, enviado en su auxilio por los emigrados, con la eficaz cooperación del Gobierno de la Moneda, que tomó en el salvamento una actitud decidida y humanitaria.
Casacuberta, apenas mejorado y repuesto de sus dolencias, e impulsado por sus compatriotas que deseaban verlo lucir sus talentos en la escena, de-