del cementerio, causaba una impresion pavorosa andar por ella de noche, y aun de dia; al ver los carruajes de los entierros dando tumbos sobre aquél pésimo empedrado, parecian buques azotados en un mar agitado por el viento. Los que no han conocido aquel trisfe callejon no pueden apreciar la diferenoia que hoy ofrece a la vista, tanto la calle larga convertida en la "Avenida República" como la "Avenida Alvear" abierta paralelamente, al través de las quintas de Wiffered, de Cazón, do Armstrong y otras, a lo largo de las cuales se extiende por ambos lados una verdadera fila de palacios, casa-quintas y jardines magnificos, terminando uno y otro en el espléndido paseo de esa Recoleta, cuyo solo nombre que pocos años ha, era un objeto de tétricas y penosas impresiones, es el barrio mas atrayente, siendo, por otro lado, el paso obligado del rendtz-vous de Palermo.
No es esto todo. El señor de Alvear que tenia que dar una batalla campal, por lo menos, con cada uno de los propietarios para hacerlos entrar en su plan de reformas, a1 través de mil dificultades, completé su obra en ese barrio, con la apertura de la calle Callao, estrechada y angostosisima ya en la esquina ocupada por la casa de la familia de Borbon, casa antigua de color amarillo desde donde la calle hacia el rio no era conocida sino por la de "El Pobre Diablo", nombre que habia tomado a causa de un fondin italiano situado en el bajo, fondin que también tiene su historia.
La transformación ha sido tan repentina como completa, pues atravesadas por el boulevard Callao las dos avenidas de "La República" y de "Alvear", el intendente de este nombre ha convertido las solitarias quintas de aquella seccion, refugio de las avecillas y gorriones, en el barrio higiénico por excelencia, de edificios más lujosos y elegantes de la