promesas de todo género para tranquilizar conciencias religiosas, y suspicacias politicas. ¡Nada de imprenta! decian los españoles.
El virrey cumplió a lo que parece, su palabra, comenzando hasta que por la instalación de la imprenta. Asi, ésta fué establecida detrás de San Francisco, poniéndola, en cirto modo, bajo la protección del Seváfiro, y de la vigilancia de la Comunidad. La imprenta, pues, solo publicaba avisos, anuncios de teatro, y, no imprimia sino folletos y libros de devoción, generalmente.
Pues bien a pesar de la intachable conducta del virrey, respecto a sus promesas, los temores de la Corte bien pronto habian de ser justificados un diré de una vez. Esa imprenta, cuya importación tanto escuzor causó en la metrópoli, fué la misma que sirvió a los patriotas del año 10 para las primeras publicaciones, y para todo lo que se dió a luz despues por los hombres de letras argentinos; siguió funcionando hasta muy entrada la época de Rozas. Más que caballo griego vino a ser para los españoles de Buenos Aires, la tal "Imprenta de los niños Expósitos". Véase como no hay posibilidad de torcer los decretos del destino.
Como la imprenta de los "Niños Expósitos", la Universidad, la preisión para los castigos de menor cuantía y la casa de Expósitos (la cuna), fueron establecidas en el Barrio del Sur. La Universidad estaba como alojada en los claustros de San Francisco, uno de los conventos cuya comunidad ha prestado, desde su fundación, muy grandes y meritorios servicios, especialemnte en la enseñanza primaria.
La casa de Expósito, cuya institución, como se sabe, fué creada por Rivadavia y establecida en el mismo local en donde existe hasta hoy mismo, entregándola desde ese momento a la Sociedad de